José Prudencio Padilla, ¿traidor a Bolívar?... Una reflexión histórica
José
Prudencio Padilla, ¿traidor a Bolívar?...
Una
reflexión histórica
Durante
dos siglos, la figura del General de Marina (actualmente equivalente a Almirante)
José Prudencio Padilla ha sido polémica. Héroe indiscutible en la Batalla Naval
del Lago de Maracaibo, llamado por el Libertador “El Nelson de Colombia”; también ha sido acusado de traición a éste,
y por tanto hecho a un lado por parte de la historiografía. Es tan honda la
herida histórica que ésta controversia produce, que la armada venezolana ha
cargado con ella desde la disolución de la antigua República Colombia[1]
en 1830; lo que ha traído como consecuencia que ningún buque de guerra
venezolano haya portado su nombre hasta la fecha, por citar sólo un ejemplo de
la negación de honores y marginación que su memoria ha sufrido.
Ahora bien, ¿a qué se debe esta
postura de una parte de la historiografía venezolana, y de la comunidad
académica; que ha sido asumida más por inercia que por conocimiento histórico
preciso, por la institución naval venezolana?... Sintetizando los hechos,
tenemos que la noche del 25 de septiembre de 1828, cuando un grupo de
insurrectos trató de asesinar al Libertador en Bogotá y tomar el poder, el
Almirante Padilla se encontraba preso, siendo liberado por los capitanes
Teodoro Galindo y Emigdio Briceño, partícipes de la intentona golpista. Padilla
fue aclamado por un tumulto simpatizante de la conspiración, pero el almirante
se negó a tomar el mando que le ofrecían y regresó a su celda.[2]
Evidentemente, cabe preguntarse:
¿Qué había conducido a Padilla a prisión?... Esto es más complejo de explicar,
incluso casi dos siglos después de haber ocurrido los hechos. Debemos
retroceder meses atrás, cuando por iniciativa del Libertador se está convocando
la Gran Convención Nacional que salvaría la unidad de la República, y que se
reuniría en la población de Ocaña. Sin embargo, los bolivarianos, que proponían
adoptar la Constitución Boliviana, la cual establecía presidencia vitalicia,
más centralismo y más poderes al Ejecutivo, apenas lograron 17 puestos. Sus
adversarios lograr 54, y proponían mantener la constitución de 1821,
descentralizar el país y limitar el poder presidencial. Ante la pobreza y
descontento generales, muchas ciudades publicaron documentos, manifiestos y
protestas, firmadas muchas de ellas por militares; y Cartagena, sede del Tercer
Departamento de Marina, del cual Padilla era comandante, no fue la excepción.
Cuando los manifestantes buscaron
firmas en el batallón “Tiradores”, algunos se negaron a participar y apoyar al
general Mariano Montilla, Jefe Militar del Departamento y eterno rival de
Padilla por cuestiones raciales, regionales y hasta por asuntos de mujeres. La
enemistad de estos dos hombres ya había producido escenas penosas en actos
públicos y exaltadas publicaciones en prensa. Montilla encendió la mecha del
descontento en Cartagena, para luego renunciar al puesto y ser candidato a la
Gran Convención. Padilla, por su parte, apoyó a los descontentos por
solidaridad, pero buscando ser mediador y protector. Padilla cayó pues, en una
trampa elaborada por sus enemigos, que nunca aceptaron su posición de honor –
llegó hasta ser Senador – debido a su condición de pardo (casi negro), y a su
origen humilde; para conducirlo a la insubordinación y al patíbulo.[3]
Dándose
cuenta de su error, Padilla dio fin a la “Revuelta de Cartagena”, que se
extendió del 5 al 7 de marzo de 1828, y que además no dejó saldo de fallecidos,
siendo incruenta. Temiendo por su vida, el 8 de marzo Padilla salió de la
ciudad a explicar los hechos. El 12 escribió a Bolívar, y más tarde a la Gran
Convención. Asesorado por el abogado Ignacio Muñoz, quien era aliado de
Montilla; Padilla siguió cometiendo errores en su defensa, que lo condujeron
finalmente al arresto, a pesar de la mediación que trató de hacer el general
O´Leary, uno de los más cercanos al Libertador, quien dejó constancia de la
lealtad de Padilla hacia Bolívar.[4]
Así, sin ser escuchado ni por el Libertador Presidente, ni por la Gran
Convención; el almirante regresó a Cartagena, donde fue apresado por Montilla
el 1º de abril. Fue conducido luego a Bogotá, siendo recluido en el batallón de
caballería de la Plaza San Agustín, donde lo encontrarían Galindo y Briceño la
noche del 25 de septiembre de 1828.
El
proceso judicial que siguió fue más polémico aún, sobre todo porque de un
tribunal compuesto por varias personas, Bolívar designó como juez único al
general Rafael Urdaneta, su Secretario de Guerra y Marina. Al parecer, a
Padilla se le ofreció la libertad y restituirle su grado y bienes si acusaba a Francisco
de Paula Santander de participar en la conspiración, a lo que el almirante se
negó.[5]
Es digno de mención que en el juicio nunca llegó a demostrarse concluyentemente
la participación de Santander.[6]
Padilla
fue finalmente fusilado el 2 de octubre de 1828 bajo el cargo de Traición a la
Patria, acusado de participar en la Conspiración Septembrina. Bolívar decretó
que sus retratos, medallas y condecoraciones fuesen destruidas, así como que su
nombre fuese borrado de listas, registros, archivos y cualquier otro documento.[7]
Se especula que el capitán venezolano Pedro Carujo, uno de los líderes más
notorios de la Conspiración Septembrina, llegó a escuchar de Urdaneta cuando le
entregó el salvoconducto: “que estaba
persuadido de que Padilla era inocente, pero que se hacía necesario un ejemplar
que sirviera de advertencia al general Páez, cuya conducta inspiraba serios
temores en el momento”.[8]
Si el Libertador Presidente conmutó
la pena de muerte a Santander y a Carujo por exilio, y si perdonó la
insurrección separatista de Páez en Venezuela en 1826 (conocida como La Cosiata),
¿por qué sí condenó y fusiló a Padilla?... Algunos autores colombianos dicen que
Padilla no obtuvo el perdón de Bolívar por ser pardo y neogranadino, a
diferencia de hombres como Mariño, Roscio, Montilla o Páez, que lo desafiaron
en distintos momentos, pero que fueron perdonados. Éstos últimos eran
venezolanos, y blancos.[9]
En efecto, Padilla debió lidiar con la hostilidad de muchos jefes políticos y
militares que lo denigraron por ser de color. Este racismo fue especialmente
marcado en la oligarquía bogotana, enemiga jurada de pardos y negros, y de no
pocos mantuanos caraqueños, que no renunciaban a la idea de una república
aristocrática blanca. Curiosamente, los hermanos almirante, Francisco y José Antonio Padilla se refugiaron en
Venezuela después de 1830, huyendo de la discriminación racial de la élite
neogranadina.
Otros autores, venezolanos en su
mayoría, justifican la decisión de Bolívar, por la necesidad que éste tuvo de
dar un ejemplo castigando la desobediencia de Padilla, así fuese el vencedor
del Lago de Maracaibo, “El Nelson de
Colombia”. Más allá de las razones políticas y el contexto de aquel
momento, es claro que nunca se probó judicialmente que Padilla traicionara al
Libertador. Son rescatables sus palabras a O´Leary el 28 de mayo de 1828,
referentes a Bolívar: “Mi conciencia
reposa tranquila, pues estoy seguro de que jamás se me ha ocurrido la idea de
faltar a un hombre que ha sido y será siempre amigo más predilecto como público
y particular”[10]
También habla a su favor su entrega pacífica en Cartagena y su negativa a
unirse a los conjurados la noche del 25 de septiembre de 1828.
Por otra parte, el complejo episodio
de la Revuelta de Cartagena no puede explicarse sin comprender la pugna
personal entre Padilla y Montilla, la cual además de tener origen en la
arrogante actitud de blanco caraqueño del segundo hacia el primero, también
tuvo mucho de la rivalidad entre venezolanos y neogranadinos, y de militares de
tierra contra marinos. Todo eso además aderezado por el caso de Juanita
Rodríguez, apodada “La Zamba Jarocha” por los cartageneros, quien abandonó a
Montilla siendo su amante, para iniciar una relación con Padilla.
Finalmente, tampoco puede negarse o
borrarse de la historia que Padilla, gracias a su habilidad, liderazgo y carisma,
pudo unir diversos elementos: tales como antiguos corsarios extranjeros,
oficiales nativos y marineros de distintas regiones, integrándolos en una
eficiente máquina de guerra que venció en el Lago de Maracaibo, con todo el
impacto estratégico y moral que ello tuvo. El caso de Padilla es comparable
hasta cierto punto con el de José Antonio Páez, de quien se sabe con precisión
que desafió al Gobierno legítimo y provocó la separación de Venezuela y Nueva
Granada, disolviendo así a la antigua Colombia. Sin embargo, la historiografía
continúa reconociendo los méritos de Páez en batallas como La Toma de las
Flecheras, Las Queseras del Medio, Carabobo y el Asedio de Puerto Cabello, por
citar sólo algunas.
Mientras que en la Nueva Granada, la
figura de Padilla fue oficialmente rehabilitada según ley especial de 1832[11],
en Venezuela su memoria sigue en un limbo entre el heroísmo y la acusación de
traidor, a pesar del esfuerzo de autores como Francisco Alejandro Vargas, quien
fue durante más de tres décadas historiador de la Armada, y escribió sobre el
almirante:
“En todo el extenso epistolario del
Vicealmirante José Prudencio Padilla no hay una sola nota que indique el más
mínimo sentimiento contra el Libertador ni contra la República, pero envidiado
por su émulos, víctima de la intriga y la calumnia, se le conduce al patíbulo
[…] así pagó Colombia la Grande los valiosos servicios del Héroe.”[12]
Y
también:
“Hoy, después de una centuria, las glorias de
Padilla y el ejemplar recuerdo de su figura procera se extienden sobre el azul
infinito de nuestros mares para a través de aquel pasado heroico fundir en un
solo abrazo de fraternal camaradería a los marinos colombo-venezolanos.”[13]
Fuentes Bibliográficas:
De Mier, José M. El Almirante Padilla. Acción granadina en la Batalla
de Maracaibo. Bogotá, Banco Popular, 1973.
Delgado Nieto, Carlos. José Padilla: estampa de un almirante.
Bogotá, Imprenta Espinal, 1957
Eljuri-Yúnez S., Antonio R. La Batalla Naval del Lago de Maracaibo
(Narración). Caracas, Comandancia General de la Armada, 1992
Ortega Ricaurte, Enrique. Bloqueo, rendición y ocupación de Maracaibo
por la Armada Colombiana al mando del Almirante D. José Padilla. (Documentos
para su historia). Bogotá, Centro de Estudios Históricos y Estratégicos de
la Armada Nacional, 1998
Padrón Padrón, Pedro Luis. Próceres de la Batalla Naval.
Maracaibo, Instituto Zuliano de Cultura, 1973
Vargas, Francisco Alejandro. Batalla Naval de Maracaibo y El
Bolivariano José Prudencio Padilla. Caracas, Comandancia General de la
Marina, 1973
Vargas, Francisco Alejandro. Historia Naval de Venezuela (Tomos
III y IV). Caracas, Comandancia General de la Armada, 1989
Vargas, Francisco Alejandro. (Colaboradores: Hadelis Solangel Jiménez
López y Eladio Jiménez Rattia). Nuestros Próceres Navales (Tomos I y
II). Caracas, Armada de la República Bolivariana de Venezuela y Editorial
Tecnocolor, 2010
Vega Aguilera, Ciro. José Prudencio Padilla. Itinerario heroico de una
vida. Caracas, Casa de Colombia, 1973
Fuentes Electrónicas:
Gossain, Juan. Historia de una
monstruosa infamia, José Padilla: el libertador del agua. Disponible en: https://www.armada.mil.co/es/content/juan-gossain-historia-de-una-monstruosa-infamia-jose-padilla-el-libertador-del-agua?page=show
(Revisado On Line el 07 de agosto de 2018 a las 11:32 am)
Uribe Peláez, Guillermo. El Asesinato Judicial de un Héroe.
Academia de la Historia de Cartagena de Indias. Disponible en: http://academiadelahistoriadecartagenadeindias.org/Publicaciones/Articulos%20Vicealmirante%20Guillermo%20Uribe/EL_ASESINATO_JUDICIAL_DE_UN_HEROE.pdf
(Revisado On Line el 12 de septiembre de
2016 a las 8:31 pm)
[1] Llamada erróneamente “Gran
Colombia”, siendo su nombre oficial: República de Colombia
[2] Uribe Peláez, Guillermo. El
Asesinato Judicial de un Héroe. Academia de la Historia de Cartagena de Indias.
Disponible en: http://academiadelahistoriadecartagenadeindias.org/Publicaciones/Articulos%20Vicealmirante%20Guillermo%20Uribe/EL_ASESINATO_JUDICIAL_DE_UN_HEROE.pdf
(Revisado On Line el 12 de septiembre de 2016 a las 8:31 pm), p. 13
[3] Ibídem, pp. 5 - 7
[4] Ibídem, 7-8 y Vega Aguilera, Ciro. José Prudencio Padilla.
Itinerario heroico de una vida, p. 153
[5]
Uribe Peláez, Guillermo. El Asesinato Judicial de un Héroe…, p. 13
[6] Pérez Villa, Jorge. “La injusta
detención de Santander en Bocachica” en Boletín Historial N° 172, Volumen 76.
Academia de la Historia de Cartagena de Indias, Cartagena, abril de 2012.
[7] Uribe Peláez, Guillermo. El
Asesinato Judicial de un Héroe…, p. 15
[8] Ídem
[9] Ibídem, p.16
[10] Vega Aguilera, Ciro. José Prudencio Padilla. Itinerario heroico
de una vida, p. 154
[11] Vargas, Francisco Alejandro.
(Colaboradores: Hadelis Solangel Jiménez López y Eladio Jiménez Rattia). Nuestros
Próceres Navales (Tomo I), p. 92
[12] Vargas, Francisco Alejandro. Batalla
Naval de Maracaibo y El Bolivariano José Prudencio Padilla, p. 28
[13] Vargas, Francisco Alejandro.
(Colaboradores: Hadelis Solangel Jiménez López y Eladio Jiménez Rattia). Nuestros
Próceres Navales (Tomo I), p. 94
Que honor encarnar en una obra a este prócer de Venezuela. Gracias Maita..
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